El Servei Català de Trànsit (SCT) apostará de manera decidida por extender el sistema de control de la velocidad por tramos para ir sustituyendo progresivamente los radares fijos, ante el potencial riesgo que éstos suponen por los frenazos que dan algunos conductores.
Así lo ha desvelado en declaraciones a Efe el director del SCT, Joan Josep Isern, que ha señalado que ya han iniciado los trámites para adjudicar, a partir de finales de año o inicios de 2014, los nuevos puntos viarios donde se aplicará el sistema de control de la velocidad por tramos, que Catalunya estrenó de forma pionera en España en el Túnel de Vielha en 2009.
Según Isern, los cerca de 220 radares fijos que están instalados en las carreteras catalanas tienen como prioridad «disuadir» el exceso de velocidad pero sin una finalidad «persecutoria» hacia el conductor.
El responsable de Tráfico ha admitido no obstante que hay algunos radares que generan situaciones de «peligrosidad», porque al ser detectados por los sistemas de GPS llevan a muchos conductores a dar un frenazo, con el riesgo de que lo embista el vehículo que circula detrás.
Por este motivo, ha señalado que su objetivo es ampliar el sistema de control de la velocidad por tramos, para que progresivamente vayan sustituyendo a los radares fijos.
El control de la velocidad por tramos es un sistema que en Catalunya se empezó a aplicar en el túnel de Vielha en 2009 y que pretende que se respete una velocidad homogénea en todo un tramo de carretera, para evitar así el efecto de los frenazos.
Para controlar la velocidad media, se instala un pórtico a la entrada y a la salida del tramo elegido, lo que permite grabar la matrícula de cada vehículo y calcular el tiempo que tarda en recorrer el trayecto.
Si el vehículo ha ido más deprisa de lo permitido, y por lo tanto el tiempo empleado en el tramo es inferior al que se ha establecido teniendo como referencia la máxima velocidad, el vehículo es multado.
De hecho, los anteriores gestores del SCT, con Joan Aregio al frente, llegaron a elaborar una relación con quince tramos de carretera que, por sus estadísticas de siniestralidad y características técnicas, podían ser óptimos para aplicar este sistema fuera de los túneles.
Una de las posibilidades que el antiguo equipo de Interior dio por hecha, aunque ahora está pendiente de confirmación definitiva, según Isern, era que los primeros tramos en los que se tenía que extender este sistema debían ser la N-340, entre Sant Carles de la Ràpita y Amposta, en Tarragona; y en la C-56, entre Cassà de la Selva y Llagostera, en Girona.
Fuente: La Vanguardia