En los últimos años se ha constatado que la presencia de las drogas y el alcohol en la conducción es uno de los problemas más graves para la seguridad vial. Así lo demuestranlos últimos datos publicados por la Fiscalía de Seguridad Vial que revelan que el 63 por ciento de las condenas a conductores en 2015 -52.523 de 83.283- fueron por conducir bajo la influencia del alcohol o las drogas.
Además, según la última memoria del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF) sobre “Víctimas mortales en accidentes de tráfico” del año 2015, el 43,10% (el 39,09% en 2014) de los conductores fallecidos en los accidentes de tráfico analizados dieron positivos a alcohol, drogas y/o psicofármacos.
En lo referente a los peatones de los 179 peatones fallecidos y analizados en el INTCF, el 46 por ciento de ellos (82) presentaron resultados positivos en sangre a drogas y/o psicofármacos y/o alcohol.
Todos estos datos reflejan -según Automovilistas Europeos Asociados (AEA) – que en los últimos años a pesar de los cambios normativos que endurecieron las penas y sanciones para los conductores que condujesen bajo la influencia de las drogas y del alcohol, y de las campañas realizadas por la DGT, “no se han producido los resultados esperados en la reducción del numero de positivos de sustancias psicoactivas detectadas”.
Por ello, AEA considera que el problema del consumo del alcohol y las drogas debe ser abordado como una cuestión de sanidad pública y no sólo desde una perspectiva de la seguridad vial, en la que sólo tengan cabida medidas sancionadoras.
Así, por ejemplo, AEA proone, entre otras medidas, la exigencia de realizar análisis clínicos que permitan detectar el abuso de drogas en los reconocimientos médicos obligatorios para obtener o renovar el carnet o la obligación legal de los facultativos de notificar a las autoridades de tráfico la detección de enfermedades incompatibles con la conducción.