La Universidad de Zaragoza investigará el efecto de los accidentes de tráfico en cadáveres humanos

El Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) de la Universidad de Zaragoza pondrá en marcha en junio el proyecto Bio-Advance, que tiene como objetivo investigar la tolerancia humana al impacto en accidentes de tráfico y para lo que utilizará cadáveres humanos.

Durante dos años, la Unión Europea cofinanciará con 180.000 euros el desarrollo de este proyecto a través del prestigioso programa de becas Marie Curie para la movilidad de investigadores, que permitirá la incorporación al equipo aragonés del ingeniero español Francisco López Valdés, que trabaja en el Centro de Biomecánica Aplicada de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos.

El investigador del I3A Juan José Alba López, coordinador del proyecto, ha presentado este martes en rueda de prensa los detalles de Bio-Advance, que servirá para desarrollar un programa de ensayos con cadáveres para avanzar en el conocimiento de la cinemática tridimensional de la columna vertebral de las personas ante impactos frontales y oblicuos.

Este proyecto se desarrollará en el Laboratorio de Tecnologías y Sistemas para la Seguridad en Automoción (TESSA) del parque tecnológico de Motorland en Alcañiz (Teruel) y colocará a la Universidad de Zaragoza a la cabeza mundial en la investigación de las lesiones producidas por los accidentes de tráfico.

Así, el I3A dirigirá el primer laboratorio de biomecánica avanzada de impacto en España, el tercero de Europa (solo hay otros dos en Francia) y el octavo del mundo.

Alba ha explicado que en los últimos años, gracias a la investigación biomecánica se han podido desarrollar medidas de seguridad muy efectivas para los vehículos, como el cinturón de seguridad o el airbag, con el fin de reducir las muertes o las lesiones producidas por los accidentes.

Para realizar los estudios, los investigadores cuentan con diversos tipos de «sustitutos», como los muñecos conocidos como «dummies».

Actualmente, para reducir costes, los «dummis» se diseñan por ordenador y muchas de las simulaciones se realizan también de esta forma.

El grado en el que estos sustitutos son capaces de representar el comportamiento real de los seres humanos en un accidente se conoce como biofidelidad.

Las investigaciones en este campo son esenciales para conseguir ese alto grado de biofidelidad, con un modelado «real» de los órganos internos de los seres humanos en el ordenador, ha explicado Alba, con el fin de conseguir predicciones fiables de los efectos de los impactos.

En esta línea se desarrollan los estudios con cadáveres humanos, el «sustituto» que más se aproxima a la realidad, aunque en la actualidad no llegan a diez los laboratorios acreditados en el mundo para realizar este tipo de ensayos.

Y esto que está demostrado que por cada ensayo realizado con un cadáver humano, se salvan sesenta vidas y se evitan gran número de lesiones.

Lo que fundamentalmente se pretende conseguir, ha explicado Alba, es comprobar que las lesiones que se producen en los cadáveres, sometidos a choques reales en las máquinas (el simulador de impactos y el impactador universal) concuerdan con las que se obtienen en las simulaciones por ordenador.

Estos ensayos son posibles gracias a las donaciones voluntarias. Los donantes o sus familias son expresamente informados sobre el programa de investigación, para que comprendan su utilidad social y la investigación se realiza «con el máximo respeto» al donante, de acuerdo con procedimientos revisados por una comisión ética externa.

Se calcula que el presupuesto mínimo requerido para desarrollar el proyecto Bio-Advance es de 300.000 euros, con lo que se requiere una financiación adicional a los 180.000 que proporciona la UE de 120.000 euros.

Fuente: Heraldo

Autor: Otros
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