Conseguir reducir el tráfico en las zonas centrales de las grandes ciudades, para reforzar su potencial turístico y reducir la contaminación en las mismas, entre otros muchos factores, se ha convertido en una prioridad, que de una forma u otra están abordando todas las grandes urbes.
Gracias a un artículo que leemos en The Washington Post (?Charging people more to drive saves lives?) podemos ver cómo una medida, a priori impopular, como la tomada en Londres de establecer zonas de pago por acceso (es decir, impuestos a la circulación por determinadas áreas), ha ocasionado importantes mejoras.
Por una parte, hay una serie de ventajas automáticas para la ciudad, que parecen obvias:
- Se potencia el valor turístico, al facilitar el contar con zonas peatonales, o al menos, donde el acceso de vehículos no es muy elevado.
- Se consiguen unos fondos adicionales para la ciudad, que son aportados por las personas (los conductores) que ocasionan otros gastos.
- Se reduce la contaminación, algo prioritario, sobre todo en espacios que ya de por sí están muy por encima de los límites marcados por la Unión Europea.
- Se fomenta el transporte público y el transporte sostenible (bicicleta).
Además, un fenómeno que no resulta tan obvio a simple vista también ha ocurrido en esa región: el número de accidentes se ha visto reducido en un porcentaje muy superior a la propia reducción de los vehículos en la zona, debido posiblemente a una mayor atención de los conductores al circular por zonas consideradas de pago.
Sin duda, una medida que, por lo menos, debería ser tenida en cuenta en otras regiones, para conseguir un modelo de movilidad mucho más sostenible.
Fuente: Tecnocarreteras